Los discos de freno y las pastillas deben cambiarse cuando estén desgastados o dañados. Esto suele ocurrir después de un cierto período de tiempo o tras un uso intensivo. Si los discos o las pastillas están muy desgastados, pueden reducir la eficacia del sistema de frenos y poner en riesgo la seguridad del conductor y de otros usuarios de la carretera.
Los frenos de disco son uno de los tipos de frenos más comunes en los vehículos modernos. Consisten en dos discos de metal que giran junto con las ruedas, y dos pastillas que se presionan contra los discos cuando se activan los frenos. La fricción generada por la presión de las pastillas contra los discos reduce la velocidad del vehículo y finalmente lo detiene.
Cuando los discos o las pastillas de freno se desgastan, la capacidad de frenado del vehículo se reduce. Los discos pueden agrietarse o deformarse, mientras que las pastillas pueden perder su grosor y su capacidad de generar fricción. Si los discos o las pastillas están muy desgastados, pueden hacer que el sistema de frenos sea menos eficiente y poner en riesgo la seguridad del conductor y de otros usuarios de la carretera.
Hay varias señales que pueden indicar que el sistema de frenos está desgastado y necesita ser revisado o reemplazado. Estas incluyen:
Si experimenta cualquiera de estos síntomas, es importante llevar su vehículo a un mecánico de confianza para que lo revise y, si es necesario, reemplace los componentes del sistema de frenos.
La vida útil de sus frenos depende de una serie de factores, que incluyen:
Si los discos de frenos están gastados, es posible que el sistema de frenos no funcione de forma óptima y puede poner en riesgo la seguridad del conductor y de otros usuarios de la carretera. Si nota cualquiera de los síntomas mencionados anteriormente, es importante llevar su vehículo a un mecánico de confianza para que lo revise y, si es necesario, reemplace los discos de freno.
Hay algunas cosas que puede hacer para ayudar a prolongar la vida útil de sus discos de freno: